WWII: La batalla del Atlántico

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LA BATALLA DEL ATLANTICO


La batalla del Atlántico fue el factor dominante de toda la Segunda Guerra Mundial.

Los submarinos atacaban a lo largo del litoral oriental americano, desde el Brasil hasta Terranova. El almirante alemán Karl Doenitz enviaba a sus flotas de submarinos, Manadas de Lobos, a la caza de los buques aliados. Los aliados respondieron enviando más destructores y más escoltas de portaaviones (los babyflat-tops) para localizar y destruir las "Manadas de Lobos".

En los primeros meses de 1942 la lucha por las líneas de navegación alcanzó su momento álgido.

Las fuerzas aéreas y navales aliadas pusieron en práctica nuevos dispositivos detectores, el sónar y el radar, para evitar ser atacadas por submarinos, aviones y unidades de superficie, y protegieron su navegación mediante el sistema de convoy y patrulla.

Los aliados establecieron en Terranova, el Labrador, Islandia y Groenlandia bases desde donde partían bombarderos de gran autonomía para prestar protección aérea a los convoyes del Atlántico Norte. 
                                
A pesar de los bombarderos de los aliados contra las bases y astilleros de submarinos alemanes, estos consiguieron poner en acción un gran número de Pig-Boats, con mayor autonomía y potencia de fuego. 

Gracias al sistema Schnorkel, los submarinos alemanes podían permanecer sumergidos casi todo el tiempo que se hallaban en el mar.

En el curso de toda la guerra, los aliados perdieron 23.500.000 toneladas de barcos mercantes y construyeron para reemplazar las pérdidas, 45.600.000 toneladas. 

Hacia finales de 1943 los aliados tenían ganada la batalla del Atlántico. De esta victoria dependía la victoria aliada sobre las fuerzas del Eje.


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